CUENTO SOBRE LA HISTORIA DE DANDAI

                                           

Una tarde de invierno, en la que los copos de nieve cubrían los montes vecinos y una fina capa, lo hacía también sobre la terraza de mi casa, recibí la visita de mis nietos.  Feliz por lo  inesperado, dispuse una mesita en el salón en la que serví… un suculento 
chocolate bien calentito, con panes fritos, haciendo las delicias de todas nosotras.

Mis nietos,  con la cara colorada por el calor y manchada por el chocolate, (me inspiraban mucha risa), me pedían insistentes, que les contara, ¿Que era ese sitio que yo iba siempre y le llamaba Dandai?  Y… ¿cómo empezó todo, amona?

Bueno, les dije, mientras limpiaba sus caras con la servilleta, os lo voy a contar como si fuera un cuento, seguro que así no os aburrís.   

Mirar; ¿sabéis como es nuestro barrio, verdad? con sus tiendas, casas, colegios, bares etc., pues hace  unos cuantos lustros, no era así.  Esto era un monte con muchos árboles de gruesos troncos.    Precisamente,  allí dentro muy agustito, vivían seres diminutos y muy felices, pues tenían muchos frutos para alimentarse y sus días pasaban jugando bajo un sol radiante.  Cuando era invierno, se guarecían del frio dentro de sus árboles y al calor de la hoguera, que con sumo cuidado alimentaban, al ritmo de una  música maravillosa,  cantaban y bailaban, felizmente.

Tal es así,.. Que llego a oídos, de habitantes de lejanas  tierras, estas bonanzas y como ellos no eran tan felices con sus vidas, se decidieron a trasladarse a nuestro barrio, ocupando esperanzadas, otros árboles confortables.

Todas se hicieron muy amigas, contándose unas a otras anécdotas que habían aprendido de sus mayores.  Pero llego el momento, que ya no tenían más que decirse y querían aprender más historias, pero no podían hacerlo solas y esto les entristecía mucho.  No sabían cómo hacerlo...

Una noche, en la que estaban todas reunidas alrededor de una hoguera, oyeron una música maravillosa a la vez que un perfume embriagador, inundaba el lugar y con luces chispeantes , apareció en el alto de un árbol, un hada,.. Era bellísima,... vestía con  tules y sedas de varios colores, que ondeaban al viento y su largo cabello, ondulado e impregnado de estrellas, brillaba como el sol.

Desde lo alto, les dijo;

“Soy el hada Mari, se de vuestra preocupación por querer aprender mas y me ha gustado vuestra actitud, os voy a ofrecer esa posibilidad”.

Desde hoy, si queréis acudiréis al sitio que  os voy a proporcionar, es un árbol muy grande, y en su interior, os enseñare historias para contar a vuestros nietos, también aprenderéis a escribir y leer para que no os engañe nadie, se llamara el árbol de la  “Jakinduria”. ( el árbol del saber) También, os enseñare a sacar provecho de vuestras tierras y con su producto, conseguiréis mucho dinero, comprareis enseres para transforma vuestras viviendas, os alimentareis mejor, iréis creciendo y os sentiréis muy orgullosas de vuestros conocimientos.

Fueron creciendo y dejaron los árboles e hicieron sus casas, abrieron tiendas de comida, en la que no faltaban los caramelos, el chocolate, las palomitas y deliciosas golosinas…Imanol y Maitetxu me miraban embelesados... 

Y proseguí... Pero llego un día, en el que el hada Mari, les dijo… Han pasado muchos años desde que abrimos el árbol de la  “Jakinduria” y ya os he enseñado como moveros en la vida, yo me retiro a mi hogar, pues estoy mayor y me siento cansada. Creo que  ha llegado la hora en que siguiendo  mis  enseñanzas,  hagáis las cosas solas.

Todas se quedaron  sorprendidas y aturdidas, viéndose desamparadas sin su cobijo  y en ese momento un grupito de ellas, se envalentonaron y decidieron seguir con la obra de Mari, pues ella, les había enseñado mucho y estaban seguras de poder conseguirlo.

Propusieron al hada, que aun en la distancia, les enviara todos los meses,  una lluvia de estrellas, envueltas en su embriagador perfume y así disfrutarían de muy buena suerte…

Se pusieron manos a la obra, primero había que ponerle otro nombre al árbol de la “ Jakinduria” y después de mucho pensarlo, decidieron ponerle, DANDAI, este nombre, proviene del euskera y significa, ese bebe que da los primeros pasos, en el que se cae… no se cae… y por fin toma carrera y no lo puede atrapar nadie.

Colaboraron todos aquellos seres diminutos, del principio del cuento, pero  que ahora se habían convertido en maravillosas mujeres, seguras de sus actos. Ya habían absorbido todas las enseñanzas de su maestra y vieron, que con la ayuda a distancia de Mari, las cosas sucedían sin problemas y ya eran capaces de organizarse por si solas, pues habían aprendido y recordado  todo lo que el hada les había  enseñado. Pero llego un mes, en que no recibieron   la lluvia de estrellas,..

¡OH!... Que habrá  pasado… Estaban muy asustadas, no entendían nada, cuando al cabo de unos días, recibieron un sobre y al instante
percibieron el embriagador perfume de   nuestra hada… ¿Serán buenas noticias, o malas?  Por fin lo abrieron, en ese momento su fragancia inundaba toda la habitación, penetrando en todas  ellas… Pero…¿Qué miedo… Será el fin de todo esto…?

 La carta decía así, “Queridas, cuando recibáis esta carta, yo me habré ido para siempre, al lugar de reposo  de las hadas, pues me reclaman mis ancestros, ya no podréis contar conmigo, pero os ruego, no olvidéis mis enseñanzas. Ya sois adultas para seguir solas, con vuestros propios recursos.”

Así fue como definitivamente se sintieron desamparadas por su hada bondadosa.

¿Qué será de nosotras?  Se lamentaban… Pero nuevamente pasado unos instantes, surgieron esas grandes mujeres, que  armadas de valor, reconocieron, estar seguras de poder seguir solas con el legado  de Mari, aprendiendo y poniendo en valor la igualdad entre hombres y mujeres.  

Pasaron muchos años y las mujeres de Dandai, se sentían orgullosas de sus conocimientos, libres  y reivindicativas, sabían lo que valían y nada ni nadie haría cambiar su realidad y esto les hacía fuertes para siempre.

Colorín, colorado, este cuento, con gran emoción por mi parte, por fin… ya se ha terminado.

Conchitatxo- 2019

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