Por
Gisela Marziotta
13 de enero de 2019
13 de enero de 2019
Enrique Stola: "Los violadores no son enfermos, la violación es una práctica cultural que se produce en todo el mundo"
El reconocido médico psiquiatra alertó sobre las dificultades con las que se encuentran las mujeres que denuncian abusos y analizó el fenómeno de los ataques sexuales grupales
Para el médico psiquiatra Enrique Stola, se trata de una práctica en la que los hombres por lo general "se miran entre sí".
El
experto, que es psiquiatra y psicólogo clínico y suele definirse como
"feminista, activista político y de derechos humanos", actuó en
varios casos de abuso como perito, intenta dar un marco a un fenómeno que,
según su visión, "es una práctica cultural que se produce en todo el
mundo".
"Los
machos se miran entre sí, no les importa lo que sienta la mujer", afirma
en diálogo con Infobae y agrega: "Sí les importa que haya humillación,
aplaudirse entre sí, contarlo, que puedan volver a repetirlo porque es un
ritual que lo fortalece a ellos como grupo".
¿Desde
qué momento, históricamente, se empieza a hablar de violación?
-Creo
que es un término que cobra trascendencia gracias a las feministas en el mundo.
En la década del '60 fueron las mujeres feministas, las compañeras
norteamericanas las que hicieron visible cómo la violencia hacia las mujeres
sucedía adentro de sus propias casas, y además hicieron visible lo que era el
abuso sexual y la violación de las amas de casa, de las mujeres confinadas en
sus casas para atender a la familia, ese gran proyecto de los monoteísmos, y
del capitalismo. A partir de eso, de la revolución sexual, comienza a hacerse
muy notable la violación como práctica sexual masculina y se comenzó a hablar
de la cultura de la violación.
-Pero
la violación no es pura y exclusivamente sexual.
-En
la medida en que los varones hemos sido sociabilizados de tal forma que
suponemos que tenemos que tener el control de todos los espacios y los cuerpos
pasamos gran parte de nuestras vidas controlando cuerpos y violando sus
espacios. Hay una inmensa cantidad de varones
que, además de violar espacios con el control, violan cuerpos, de mujeres, de
niños, niñas, y también de otros hombres.
-¿Es
una patología, un trastorno psicológico?
-No
es una patología. Si lo fuera, a través de test podríamos hacer diagnóstico
preventivo y decir: "es un abusador". Cuando se descubre un violador,
porque es una mínima cantidad la que se descubre, se puede hacer una evaluación
diagnóstica y se dice que no hay control en los impulsos, canaliza la angustia
de esta forma, etcétera. Pero otra persona con ese mismo resultado en un
psicodiagnóstico no es violador.
No son enfermos y es una práctica cultural que
se produce en todo el mundo.
En
la medida en que los varones hemos sido sociabilizados de tal forma que
suponemos que tenemos que tener el control de todos los espacios y los cuerpos
pasamos gran parte de nuestras vidas controlando cuerpos y violando sus espacios
-¿Episodios
concretos?
-Los
soldados, cuando avanzan sobre un territorio, saben que perjudicar a otros
hombres es violando a las mujeres. Lo hicieron los yanquis, los rusos, en la
guerra de los Balcanes, se siguen produciendo en todos los conflictos como
método de tortura. Lo sufrieron las presas políticas en Argentina. La sociedad
patriarcal nos produce como hombres, como mujeres y otros cuerpos disidentes
LGTBIQ. Modela nuestro cerebro, enseña cómo son las jerarquías y cómo hay
cuerpos privilegiados, que son los de los hombres, y cuerpos subordinados, que
son los de las mujeres y los del movimiento LGTBIQ que son feminizados por el
patriarcado.
-¿Cómo
se expresa?
-En
la socialización de cada varón, en la educación, en que los espacios y los poderes
son gestionados por los varones. Hablamos de dominación masculina que viene
desde hace mucho tiempo porque si tomamos la sociedad occidental y los cambios
socioeconómicos, en el feudalismo, la dominación era masculina. En el
capitalismo de estado era masculino, en el capitalismo de estado de bienestar
era masculina, en los estados socialistas era masculina y en el neoliberalismo
es masculina. Los hombres manejamos, gestionamos todos los espacios de poder.
-¿Y
la socialización cómo opera?
-Una
cantidad de hombres muy importantes en el mundo avanza en esa socialización y
dice "estos cuerpos nos pertenecen totalmente y podemos hacer lo que se
nos antoja". Entonces castigamos y nos divertimos. Puede ocurrir como ese
violador solitario que hace unos meses atrás violó a una jovencita y dijo
"para que aprenda a que no tiene que estar sola a estas horas de la
noche".
La
sociedad patriarcal nos produce como hombres, como mujeres y otros cuerpos
disidentes LGTBIQ. Modela nuestro cerebro, enseña cómo son las jerarquías y
cómo hay cuerpos privilegiados, que son los de los hombres, y cuerpos
subordinados, que son los de las mujeres y los del movimiento LGTBIQ que son
feminizados por el patriarcado
-Aleccionando,
moralizando, como investigó Rita Segato y otras investigadoras feministas.
Porque todo lo hemos aprendido gracias a ellas, no a los investigadores
hombres. Hay otro tipo de violaciones, las correctivas, para
"enseñarle" que se goza con la heterosexualidad obligatoria que
existe en todo el mundo. Y violaciones como las que van detrás del comentario
"ésta dice que no le gusta, pero bien que le gusta que nosotros estemos
sobre ella". Mientras tanto, los machos se miran entre sí, no les importa
lo que sienta la mujer. Sí les importa que haya humillación, aplaudirse entre
sí, contarlo, que puedan volver a repetirlo porque es un ritual que lo
fortalece a ellos como grupo.
-Rita
Segato habla mucho de eso y de cómo la violación es un juego de machos entre
machos.
-Exacto.
Lo que pasa es que se da en la violación pero también en la práctica cultural
cotidiana. Cuando vemos un grupo entre tres o cuatro hombres o dos en donde
pasa una mujer y le dicen cualquier cosa, no les importa lo que siente la
mujer, lo que importa es que el otro macho responda y se sonría. Y se sienta
creativo y vivo como macho y ahí están demostrando su potencia ellos.
-¿En
qué generación se empezará a desarmar esto?
-Por
un lado se viene desarmando, gracias al amplio movimiento de mujeres y a los
feminismos, y también a la lucha del movimiento LGTBIQ, porque eso produce
resquebrajamiento y somos muchos los hombres que nos adherimos a ese tipo de
visión. Pero hacia las nuevas generaciones uno tiene que preguntarse ¿a quién
beneficia que todo siga como está? Beneficia a los sectores que tienen el
poder.
-¿Cuáles
son esos sectores?
-Los
que tienen el poder de la dominación masculina y sus instituciones, las
religiosas, políticas, los diferentes tipos de iglesias, y en occidente a la
iglesia católica con su poder político. Estas organizaciones de machos son las
beneficiadas, que se oponen a la educación sexual integral, a que a niños y
niñas puedan ponerle palabras a su crecimiento, a su cuerpo, y que puede
generar nuevas configuraciones sociales y nuevas formas democráticas de estar
con otros cuerpos y respetarlos.
Stola
destaca al movimiento de mujeres en todo el mundo como “un cambio
revolucionario, sin muertos ni heridos” (Santiago Saferstein)
¿Esa
ruptura puede empezar con la Ley de Educación Sexual Integral, que no se
aplica?
–
Con la aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral y con la continuidad
de lo que está produciendo el movimiento de mujeres. Hay algunos filósofos
europeos que dicen que la revolución no es posible, algún filósofo especialista
en Heggel que anda por Alemania. Esto lo puede decir gente que no tiene idea de
lo que son los movimientos sociales, ni de lo que está produciendo el
movimiento de mujeres en el mundo, que es un cambio revolucionario sin muertos,
sin heridos. Están modificando las relaciones sociales, las formas de
relacionarse entre hombres y mujeres y LGTBIQ.
-¿Cómo
se puede graficar esa modificación?
-Los
hombres no hemos cambiado haciendo cursos ni leyendo libros. Hemos cambiado
históricamente porque las mujeres dijeron "no" y "basta".
Lo
que está produciendo el movimiento de mujeres en el mundo es un cambio
revolucionario sin muertos y sin heridos
¿Qué
lugar tiene el punitivismo y qué pasa con la justicia en el caso de las
violaciones?
-Está
claro que el aumento de penas no sirve para nada. Supongamos que de cien
violaciones y abusos sexuales, solamente se esclarecen cinco por ciento. Si
aumentás las penas en ese cinco por ciento, no modifica el panorama. Solamente
a muchos que piden ojo por ojo y diente por diente los deja tranquilos. El
Poder Judicial, que es el más conservador en todos los países, lo que conserva
es el poder masculino. Si bien se rige por las leyes que se producen en el
Congreso, todavía seguimos eligiendo varones que son conservadores y machistas
y mujeres, muchas de ellas absolutamente colonizadas por el patriarcado, que
responden a esos patrones.
-¿Por
ejemplo?
-A
las compañeras feministas, los partidos, por más "progres" que parezcan,
les dan muy poco espacio. Pero aún así necesitamos que haya más mujeres en el
Congreso y en esta democracia que tenemos, y que se produzca mayor
resquebrajamiento dentro del poder judicial porque es hegemónicamente machista
pero hay algunos sectores que trabajan bien, que tienen una perspectiva de
género y empatizan con la víctima y tratan de ajustarse a derecho. Lo que
llamamos Justicia normalmente, que es hegemónicamente patriarcal, lo que hace
es aplicar sus conceptos religiosos y su visión machista de lo que son las
relaciones entre hombres y mujeres.
¿Cómo
ve el rol de los medios de comunicación en el tratamiento de los temas como la
violación? ¿Existe la posibilidad de contagio?
-No
creo que haya contagio, lo que creo es que las mujeres cada vez están más
fortalecidas, y las víctimas tienen un contexto en donde se dan cuenta de que
van a ser escuchadas por otras mujeres, y por organizaciones de mujeres. Hoy se
atreven a denunciar más. Lo que pasa es que nos encontramos con un Poder
Judicial que no ha cambiado lo que tiene que cambiar. Y no facilita que todas
las mujeres que han denunciado y que vienen denunciando en las redes sociales
se acerquen al poder judicial y denuncien.
-¿Por
qué?
-Porque
el acceso a la Justicia por parte de las mujeres está limitadísimo. Si sois de
clase media alta o clase alta, podéis pagar un buen abogado y tenéis
necesidades básicas satisfechas, podéis acceder mucho más rápidamente. Pero aquellas
que son de otro sector social, no. O sea: hay un problema de clase, hay un
problema de racismo, hay varios problemas que impiden a las mujeres acceder a
la Justicia.
Los hombres no hemos cambiado haciendo cursos
ni leyendo libros. Hemos cambiado históricamente porque las mujeres dijeron
‘no’ y ‘basta’
-El
punitivismo en sí mismo no mejora la condición de lo que está pasando.
-No
mejora la condición, pero no tengo muy claro debería estudiar un poco más el
tema. Pero me parece que la punición que hay al acoso callejero es súper suave,
casi un tirón de orejas y un llamado de atención. Eso no le va a joder la vida
a nadie.
Para
el experto, hasta los partidos más progresistas suelen darles poco espacio en
sus filas a las mujeres feministas (Santiago Saferstein)
Para
el experto, hasta los partidos más progresistas suelen darles poco espacio en
sus filas a las mujeres feministas (Santiago Saferstein)
-Nadie
va a dejar de instrumentar el acoso callejero por la pena que se le va a
aplicar.
-Más
bien pienso que es un llamado de atención que instala el tema. Pero, sobre
todo, las mujeres se sienten con mayor empoderamiento, saben que eso está mal y
que hay una legislación que las protege, pero además, los machos saben que ya
no pueden acosar impunemente.
-¿Algún
momento que recuerde en torno a ese debate?
-Cuando
surge la primera manifestación de Ni una menos y los debates que se daban,
estábamos hablando en varios programas sobre los asesinatos machistas y saltaba
el tema del piropo. Yo me preguntaba:
¿Por qué razón pasarán de ahí al piropo?
Y me sorprendía en que algunos periodistas de distintas ideologías coincidían
en que "una palabra agradable no la tiene que ofender a una mujer".
Ahí me di cuenta cómo el piropo y el acoso callejero es un instrumento de control
de los varones.
-Es
una violación, también.
-Claro,
como lo ejercían en el espacio público que era masculino y se daban cuenta de
que ya no iban a poder circular impunemente como jueces que dicen cualquier
idiotez sobre la mujer. Lo pueden hacer pero como pasó en Tucumán que una
jovencita paró su bicicleta frente a un taxista y le dijo "chabón, repetí
lo que estás diciendo". Estos tipos que circulan impunemente le tienen
pánico al ridículo, son muy machos en la medida en que el cuerpo está sometido,
pero si pierden un poco de poder, se asustan.
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Marlene Wayar. " Los travesticidios, son crimenes de esa humanidad, que deben ser resarcidos"
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_Transcrito____________CG___________________________________________
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