Son
femeninos los símbolos de la revolución francesa, mujeres de mármol o bronce, poderosas
tetas desnudas, gorros frigios, banderas al viento.
Pero
la revolución proclamo la Declaración de los derechos del Hombre y del
Ciudadano y cuando la militante revolucionaria Olympia de Gouges, propuso la
Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana… la guillotina le cortó
la cabeza.
Al
pie del cadalso, Olympia preguntó:
Si
las mujeres estamos capacitadas para subir a la guillotina... ¿Por qué no podemos
subir a las tribunas públicas?
No
podían, no podían hablar, no podían votar. Las compañeras de lucha de Olympia
de Gouges, fueron encerradas en el manicomio. Y poco después de su ejecución,
fue el turno de Manon Roland. Manon, era la esposa del ministro de Interior,
pero ni eso la salvó.
A
Olympia, la condenaron por su antinatural tendencia a la actividad política.
Ella había traicionado su naturaleza femenina, hecha para cuidar el hogar y
parir hijos valientes y había cometido la mortal insolencia de meter la nariz en los masculinos asuntos de estado….
Y la guillotina volvió a caer.
_Eduardo Galeano.
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